“Make Critical Theory Great Again”
Collectivo Jaggernaut
« Nos corresponde hacer lo negativo;
Lo positivo ya está dado »
Franz Kafka, Cuaderno III de los Diarios
« La libertad, consistiría en no tener que elegir entre blanco o negro, sino en darle la espalda a aquella elección impuesta»
Adorno, Minima Moralia. Reflexiones desde la vida dañada
Durante décadas, los Argelinos nombraron al diario gubernamental de su país como « Todo va bien ». Ahí se le aseguraba a los ciudadanos que vivían, gracias a la sabiduría del gobierno en el mejor de los mundos posibles, y que pronto se resolverían los problemas restantes. El día de hoy tal relación con la verdad de parte de las instancias oficiales persiste aún en una parte del mundo. Pero, por lo menos en el mundo « occidental y libre » ello pasa por arcaico. No que los gobiernos hayan devenido mas sabios y más modestos. Ellos saben simplemente que tal mentira no es sostenible.
En efecto, el ciudadano contemporáneo se sabe rodeado de peligros mortales a los cuales nadie puede prometer remedio sin hacer reir de inmediato. Catástrofes en todos lados. Según su sensibilidad personal, cada uno puede pensar que lo peor es la cesantía de masas o el calentamiento climático, el racismo o la inmigración « descontrolada », la corrupción o las desigualdades persistentes, la polución o la pérdida del poder de compra, las violencias policiales o la « inseguridad ». Catástrofes hay y la perspectiva es negativa, como dicen las agencias de calificación.
No hay necesidad de ser un « anti-sistema » feroz para hacerle asumir a casi todos que el mundo va muy mal. Basta leer un diario burgués de mediana calidad para convencerse diariamente. Y desde este punto de vista no sería necesario fundar una nueva revista para difundir las malas noticias.
En cambio, cuanto a identificar las causas de los males en curso es otra cosa ! El sujeto contempráneo se encuentra de cara a una miríada de tentativas de explicación, por tanto el punto común principal es de no tener de punto común y de fragmentarse en un mar de explicaciones parciales.
Aquello que falta, y que falta lamentablemente, es la teoría, los esfuerzos coherentes para comprender la realidad a través de una teoría. En una sociedad habituada desde hace mucho tiempo a la aceptación pasiva de todo, por todos, donde las únicas fuerzas organizadas son aquellas que quieren la continuación del capitalismo y del espectáculo, es evidente que lo que debemos realizar el día de hoy es la crítica implacable de todo lo que existe.
Lo que falta, efectivamente es una teoría fuerte que retome la contestación global de la vida capitalista en todos sus aspectos, oponiéndose a la fragmentación post-moderna y a la simple adición de quejas particulares ; una teoría que se inspire en el radicalismo de la teoría situacionista, pero dentro del contexto de una época profundamente diferente, que se desprende de la herencia del marxismo tradicional y al mismo tiempo se apoya sobre la crítica de la economía política elaborada por Marx en sus años tardíos.
Una teoría que sondeando la dimensión profunda de la modernidad, busca comprender las categorías de base del sistema de producción de mercancías y su otro polo, el polo político, estatal, jurídico y nacional, no como objetos ontológicos positivos para afirmar, sino como objetos históricos, negativos y destructores para criticar.
Una teoría que no se propone afirmar lo existente, es decir, la dirección de la economía del « trabajo abstracto » con la ayuda del Estado, de la dictadura del proletariado o de la « democracia directa » oponiendo el homo politicus al homo economicus pero que al contrario, establece que ellas no son más que diferentes facetas de un mismo modo de producción por abolir.
Una teoría que no se contenta con deducir todo de una « contradicción principal » sino que se esfuerza en analizar simplemente la relación asimétrica de género como inherente a la socialización capitalista, porque el universalismo heredado de la Ilustración es estructuralmente sexista, racista y antisemita.
Una teoría que considere que el simple hecho de encomiar los diversos movimientos contestatarios e insurrecionales no hace avanzar la causa de la emancipación social, porque una transformación verdaderamente revolucionaria no progresa más que en la medida donde se critica -sin piedad !- los comienzos y las etapas con el fin de ir más lejos, descartando términos medios efectos negativos y derivas ; de no ser así, toda la empresa puede bien convertirse en su contra.
Una teoría que no sea la « sirvienta » de una pretendida praxis que no corra detrás de todo lo que se mueve, atribuyéndole virtudes imaginarias a toda forma de protesta y de revuelta, y que al mismo tiempo no sea ni universitaria ni una cuestión de pequeños círculos entre si.
Una teoría que no sirva ni a promover carreras académicas, mediáticas o políticas ni a arreglar viejas cuentas.
Una teoría que no busque domesticar un supuesto « público » ni a establecer alianzas o formas de « unidad », una teoría que sepa ser cortante cuando sea necesario, pero que evite al mismo tiempo el « narcisismo de la más pequeña diferencia » y la polémica estéril que no tiene otro fin que ella misma, o que no sirve más que demostrar su propia superioridad y establecer su pequeña soberanía en el estanque de ranas de la izquierda radical.
Una teoría que evite los personalismos y que no identifique al capitalismo con « los capitalistas » o « los dominantes » para absolver al mismo tiempo a los sujetos mercantiles de toda responsabilidad declarándolos como simples víctimas.
Una teoría que sea radical, lo más radical posible, dentro de su perspectiva teórica y en sus análisis, pero que no tenga necesidad del halo existencialista de « nosotros contra el resto del mundo ».
La teoría, para poder ser radical, debe librarse de la obligación -que se le hace a menudo- de ser « útil » a todo precio y de mostrar su aplicabilidad inmediata. Pero ella no debe revolcarse en si misma¸ su último objetivo sigue siendo aquello que se puede llamar la revolución social o la emancipación.
Una teoría que analizando la crisis final de la relación-capital por sus contradicciones internas sepa que lo que sale del vientre de la crisis no será más que un poco más de babarie. Una emancipación objetivamente determinada es una contradiction in adjecto.
Una teoría que considera que es inevitable que un movimiento social reconstituido aparezca en un primer tiempo como tratamiento inmanente de las contradicciones -incluido sobre el tereno de la lucha de clases-. Pero una teoría que sepa también que el potencial revolucionario de un movimiento dependerá de su capacidad de radicalizar sus perspectivas contra el trabajo y el Estado. Toda la historia del capitalismo muestra que los hábitos terribles de la explotación, de la nueva condición de lo superfluo o de la extrema miseria no bastan jamás para vestir un sujeto revolucionario que tratará simplemente despertarse. Emanciparse de la lógica capitalista-patriarcal quiere decir que el trabajador considera su condición como aquello que hay que abolir y no realizar. No se trata de liberar al trabajo del capital, sino de liberarse del trabajo. De igual forma, los aspectos « disociados » como la « raza », lo « femenino », lo « inválido », etc, son aspectos a abolir y no afirmar. No se trata de liberar lo « disociado » promoviendo su reconocimiento y su integración en la forma-sujeto, sino de liberarse de su posibilidad misma. La ruptura con las categorías de trabajo y su lado disociado no puede contar sobre un campo social o un sujeto « inocente » preexistente ya hecho y objetivamente determinado.
Lo que falta es una teoría por la cual no exista contradicción principal que acorralaría inevitablemente un sujeto a constituirse como « revolucionario ». No hay situación objetiva bajo presión de la cual la transición hacia un más allá del capitalismo se volverá inevitable y automática. Cuando la incapacidad del capitalismo de garantizar la reproducción social aumenta golpeando a todos los grupos sociales, todo puede salir del horrendo vientre del sujeto moderno en crisis, y primero todas las prácticas e ideologías de la crisis, del antisemitismo, del racismo, del populismo, del nacionalismo, del culturalismo identitario, del anticapitalismo reaccionario, del neo-esclavagismo, del patriarcado barbarizado, del religionismo, del neofascismo, etc. Porque el capitalismo impone a los individuos la forma-sujeto misma (las « máscaras de caracteres » dice Marx) se tratará de contribuir a la creación de un nuevo concepto de revolución que no sea la afirmación de un sujeto incluso « revolucionario » cuyo núcleo se suponía indemne de toda implicación dentro de la lógica capitalista. En efecto no se trata de buscar o de liberar al sujeto sino de liberarse del sujeto, por lo tanto de arrancar las máscaras sociales que han curtido sobre nuestros rostros nuestro viejo enemigo, la mercancía. Así como el capitalismo no es más que el modo de subjetivación, el sujeto moderno « no morirá de muerte natural »(Walter Benjamin).
No son solamente las condiciones objetivas o el origen social dado por el lugar ocupado dentro de la objetividad de un sistema lo que importa, es la forma en que explota en cada individuo singular sea cual sea su posición dada, la experiencia negativa de la crisis de la forma del sujeto, del trabajo, del derecho, de la política, de la nación, etc.- sea que tuviera interiorizada esta forma, sea que haya sido excluido porque ha sido declarado superfluo, o sea simplemente amenaza del ser. El punto de partida de una « ruptura ontológica » (Robert Kurz) con la forma mutilada de la vida social bajo el capitalismo-patriarcal no puede ser que « el desprecio que siente el individuo de cara a su propia existencia en tanto que sujeto-de -trabajo y ante la competencia, así como el rechazo categórico de deber continuar a sobrevivir así y a un nivel siempre más miserable. Pese a su supremacía absoluta, el trabajo no ha llegado jamás a eliminar completamente la repulsión respecto a las limitaciones que el impone »(Manifesto contra el trabajo) Hic Rhodus Hic salta !
Lo que nos falta, es una teoría por la cual la revolución no sea el hecho de una clase al interior del capitalismo que subvierta a otra, sino la obra de una manifestación insurreccional de esos « individuos deseosos de deshacerse del ‘sujeto autómata’ (no obstante sus posiciones respectivas al seno del capitalismo) que se enfrenta a la parte de la sociedad queriendo absolutamente conservarla (igualmente sin ocuparse de su posición dada) y encontrar su salvación en la competencia sin escrúpulos » (Kurz, Lire Marx, La balustrade, 2002, p. 367).
Una teoría que quiera ir más allá de los conflictos de interés internos al capitalismo( como los que se oponen al salario y al capital) que restan siempre inscritos en la lógica del sistema ; que profundiza la diferencia cada vez más grande entre las formas de trato « inmanente » de los conflictos que terminan por reforzar lo existente y las formas « trascendentes » que apuntan más allá del sistema mercantil.
Una teoría que considera que si se profundiza y radicaliza esta brecha podemos desplazar las líneas al seno de las luchas sociales y de la izquierda, botar por la borda su anticapitalismo truncado o su altercapitalismo y recomponer nuevas « polarizaciones » al seno mismo de estas luchas y de un « contra-espacio público » abriendo la vía a la negación inmediata de la financiabilidad. Así podremos acercarnos a la abolición de la riqueza abstracta capitalista (el valor) del trabajo, del dinero, de la forma-sujeto, de las clases, de los géneros, del racismo, del Estado, del derecho y de la política.
Una teoría por la cual el contenido tradicional de las revoluciones históricas estará obsoleto. Una teoría donde la creación inmediata de las relaciones sociales comunistas entre los individuos en el curso mismo de la práctica emancipatoria será el contenido mismo de la revolución, transformando, sin transición, la vida mutilada, mortífera en una forma de vida solidaria, no económica, sin dinero, sin lucro y sin Estado.
Una teoría que no tenga « respeto » por las vacas sagradas de la tradición de izquierda, de la tradición marxista y revolucionaria. Una teoría que si sabe reconocer los aportes importantes de esta tradición, sepa también que una gran parte de ésta el día de hoy es inútil, sino contra-productiva. Una teoría que sepa aún que es necesario recomenzar casi desde cero para pensar al capitalismo contemporáneo con una parte de la obra de Marx como (casi) único guía, sabiendo bien que no se trata de un « texto sagrado ».Una teoría que sepa finalmente que incluso el poco desarrollo teórico y práctico que ha sido aportado después de Marx a la « vieja buena causa »- el joven Lukacs e Isaak Rubin, la Escuela de Frankfurt y la Internacional Situacionista, Gustav Landauer y los anarquistas españoles, y Jean-Marie Vincent, entre otros – no constituyen « escuelas » en las cuales inscribirse o combates a continuar, sino que inspiraciones, que son necesarias criticar sin piedad sus límites in primus su poca comprensión de las categorías centrales de la crítica de la economía política de Marx.
No se trata por tanto de ser los herederos de una línea que se remonta a los Iluminados, sino de barrenderos dentro de un campo de ruinas.
No hace falta decir que una teoría crítica digna de este nombre reducirá menos que nunca su actividad a propósito de deshilar los rosarios y de adorar la sempiterna pléyade mediática de los Foucault-Althusser-Negri-Badiou-Zizek-Butler-Deleuze etc.
Asistimos hace algunos años en la formación de una teoría fuerte y radical, a nivel internacional. Un rol central en su elaboración ha tenido la revista alemana Krisis en un primer momento llamada Marxistische Kritik fundada en 1987, y sus autores principales, Robert Kurz, Ernst Lohoff, Roswitha Scholz, Norbert Trenkle, Karl-Heinz Lewed, Claus-Peter Ortlieb y por la revista Exit ! fundada en 2004 por Robert Kurz y Roswitha Scholz luego de una escisión al inteior del grupo Krisis. Este enfoque es conocido por el nombre de la « critica del valor » (Wertkritik) y « critica del valor-disociación » (Wertabspaltungskritik). Casi igual de importantes son los escritos de Moishe Postone, quien fuera profesor en Chicago, y principalmente su opus magnus ‘Tiempo trabajo y dominación social’ aparecido en 1993. La revista mencionara más tarde las convergencias parciales entre la crítica del valor y otros enfoques contemporáneos o más antiguos.
La crítica del valor, para guardar esta denominación se ha internacionalizado bastante con el curso de los años. Los textos han sido traducidos a una docena de idiomas. En Portugal y en Brasil, una gran parte de su producción es accesible, han surgido diferentes grupos de discusión y revistas que no se limitan a traducciones, sino al desarrollo y profundización del enfoque teórico.
En Francia, la difusión de la crítica del valor ha comenzado con la primera edición del Manifesto contra el trabajo en 2002. Otras traducciones (aún muy insuficientes en cantidad) han seguido, así como la publicación de Las aventuras de la mercancía de Anselm Jappe en 2003(en español el 2016) y de numerosos textos de profundización y de divulgación, tales como en 2014 La gran desvalorización de Ernst Lohoff y Norbert Trenkle y en 2017 La sociedad autófaga de Anselm Jappe ; próximamente serán publicados en francés La substancia del capital de Robert Kurz y El sexo del capitalismo de Roswitha Scholz. A eso se añaden sitios muy activos, una asociación, las Éditions Crise et Critique, seminarios, encuentros, conferencias. Tiempo trabajo y dominación social de Postone y otros de sus escritos han sido igualmente publicados en francés dentro de grandes editoriales. La crítica del valor en este momento hace parte de un paisaje de la crítica anticapitalista en Francia -a pesar de las dificultades innegables dentro de la traducción de ciertos textos y la ausencia de traducción por el momento de las obras mayores de Robert Kurz. Muchas de las tesis de la crítica del valor enunciadas en sus comienzos, principalmente antes del 2000, y que parecían entonces fuera de propósito, al primer jefe de la teoría de la crisis, han sido ampliamente confirmadas por los acontecimientos que son el día de hoy omnipresentes en los debates-pero generalmente sin referencia a la crítica del valor o en fórmulas muy edulcoradas y banalizadas.
Eran entonces, tiempos de lanzar una revista, una « verdadera » revista en papel. Se pretende hacer un puente hacia los mundos germanófonos, lusófonos, y francófonos, ella tendría por lo menos al comienzo una parte importante de traducciones. No obstante, estamos muy confiados en la ampliación dentro del campo de contribuciones escritas específicamente por Jaggernaut.
No vamos a repetir acá los puntos esenciales de la critica del valor. Los pueden encontrar dentro de las publicaciones existentes. Allí habrán a menudo referencias dentro de los artículos de la revista. Se puede esperar también que muchos lectores francófonos ya los conozcan !
Cuál será el lugar de esta revista dentro del panorama contemporáneo, principalemente en Francia ?
Desde hace años, el debate político en los países occidentales ha sido cristalizado alrededor de dos opiniones : el liberalismo versus populismo Las últimas elecciones en Francia, en Italia como en los Estados Unidos han ejemplificado esta falsa elección hasta la caricatura, una caricatura lúgubre.
El liberalismo en la época de la mundialización es relativamente fácil de entender y describir Es el capitalismo asumido, que se sabe con amortiguadores (versión de izquierda) o sin (versión de derecha). No obstante no es jamás verdaderamente antitético al capitalismo estado-céntrico de tipo proteccionista y keynesiano, donde la relación entre el Estado y el mercado corresponde más que a un período de crisis o de reconstrucción como lo fue después de la Segunda Guerra Mundial.
El populismo es más difícil a identificar, más insidioso. A menudo anclado sobre un anticapitalismo truncado, y más que hablar de un populismo « de izquierda » o « de derecha » es necesario constatar el día de hoy el ascenso de un « populismo transversal ». Este fenómeno será el tema principal de este primer número. Las dos opciones -liberalismo y populismo- existen cada una en una versión de izquierda y una version de derecha, con grados intermedios. Liberalismo y populismo son también combinables como en el caso de Silvio Berlusconi o de Donald Trump. El día de hoy, los buenos ciudadanos se ven obligados a cada instante de elegir entre esas dos opciones, no con entusiasmo, sino a nombre del « mal menor ». Es muy difícil -pero absolutamente necesario ! – refutar esas dos falsas oposiciones.
En una de las fábulas de los Hermanos Grimm « La liebre y el erizo », un erizo desafía una liebre por una carrera de velocidad en un campo. El astuto erizo, deja a su mujer que es exactamente parecida a él al otro lado del campo. El erizo y la liebre parten y corren entre las franjas -pero el erizo da marcha atrás sin ser visto por la liebre. Ésta última sorprendida de encontrar al final del recorrido al erizo que le dice con aire triunfante « Ya estoy aquí ! ». La liebre pide una nueva carrera pero evidentemente encuentra en el otro extremo al erizo. No se explica este prodigio y no sospecha de nada, la liebre renueva los desafíos, siempre con el mismo resultado hasta la carrera número setenta y cuatro, donde precisa la fábula, la liebre «cae en medio del campo, saliéndole sangre por la boca».
Como en esta fábula, el sujeto contemporáneo cuando razona sobre el mundo donde vive, arriesga morir agotado corriendo de un extremo al otro, pasando siempre de igual a igual. Cuando se entera que la Comisión Europea ha autorizado una vez más los peores pesticidas para complacer a la industria química, se le ocurre votar inmediatamente por la salida de su país de la Unión Europea. Cuando vea a los soberanistas que preconizan esta salida dando marcha atrás y adhieran al liberalismo mundializado para evitar los peligros del populismo, de la xenofobia y del repliegue sobre sí. Luego corre al otro extremo al enterarse de la nueva legislación sobre el trabajo propuesto por los gobiernos liberales. Y así sucesivamente. Cada oportunidad está simplemente invitado a elegir el «mal menor». Todo salvo los fascistas, aun cuando ello quiera decir Macron. Todo salvo las élites neoliberales, aun cuando ello signifique para algunos el ‘Frente Nacional’.
Él aborrece el Tratado comercial transatlántico « Tafta » y haría todo por evitarlo – y se encuentra en compañía de Trump y los neo-proteccionistas. Quiere evitar esta forma de nacionalismo y se encuentra con partisanos de la mundialización a ultranza. Desconfía de los « liberales-libertarios » y se encuentra con la « manifestación por todos ». Se aparta horrorizado por su racismo latente y se encuentra con los ‘ultras’ del post-colonialismo conservador, de los « Indígenas de la República » y otros « anti-imperialistas » regresivos. Critica desde siempre a los Estados Unidos en todos los niveles, y debe constatar el ascenso de una oleada de anti-americanismo de derecha. Protesta contra Angela Merkel quien quiere aplastar Europa -y Grecia en particular- bajo la bota alemana y termina por ver el último bastión contra Trump, Erdogan y Putin.
Cada vez según quien considera que ocupa un lugar en su corazón, está tentado de aceptar una de estas opciones, si ella promete solamente darle satisfacción en el punto que juzgue más importante con el riesgo de aceptar todo lo que ello conlleva. Quien piense que el racismo representa el defecto más grande de la sociedad contemporánea puede finalmente contentarse con el ala izquierda del Partido Socialista. Quien crea que el capitalismo liberal aboliendo la «common decency » es la raíz del problema, vaya a dar entrevistas a Causeur. Quien identifique en la « islamofobia » el cimiento de la sociedad opresiva, minimiza o promueve fácilmente el antisemitismo, y quien piensa que el antisemitismo es el vicio fundador de la sociedad moderna, puede fustigar todo anti-capitalismo siendo antisemita. Quien quiera sanar la sociedad a través el decrecimiento está tentado de establecer alianzas en todos lados, incluso con el diablo siempre y cuando este sea «decrecentista».
Tics, tics y tics diria Lautréamont.
Hay que resignarse a esta elección entre Charybde y Scylla, entre peste y cólera ? No habría un tertium datur ?.
La crítica del valor no es un corpus ni un dogma, sino sobre todo un método y una perspectiva alrededor de algunos puntos fijos.
Si existe actualmente una gran desconfianza hacia el capitalismo contemporáneo, una inquietud, una angustia, un odio, pero muy poca claridad, entonces la batalla de las ideas reviste un rol central. El descontento, el resentimiento y el odio no tienen nada de emancipatorio en tanto que tales. Ellos son «sin cualidad», ellos pueden ir en las más diversas direcciones. Es necesario oponerse a la barbarie bajo todas sus formas, sin justificar ninguna. Combatir la barbarie capitalista en las mismas formas barbáricas es uno de los peligros más grandes del día de hoy. No basta estar «de alguna manera» « contra el sistema » dejar de mirar y después ver lo que sucede. El anticapitalismo truncado constituye el día de hoy una amenaza enorme para la causa de la emancipación, y no un «primer paso» dentro de la buena dirección, a la cual le quedaría corregir un poco. Creer, como lo hacía el social-demócrata August Bebel a fines del siglo XIX, que el «antisemitismo» es «el socialismo de los imbéciles» a los cuales es necesario simplemente indicar el buen camino, ha sido uno de los errores más graves del movimiento obrero clásico.
He ahí por qué es urgente denunciar una extrema derecha renovada que ha recuperado numerosos temas de la izquierda para ponerlos a su favor, y de denunciar a la gente « de izquierda » que han caído en la trampa de esta extrema derecha por ambición, vanidad o estupidez.
No obstante, frente a la extrema derecha, no se encuentra algún campo « de izquierda » en donde a pesar de las divisiones y las divergencias, reinara una claridad de fondo sobre las cosas esenciales. Es también urgente, pero más doloroso, sacar a la luz el anticapitalismo truncado de izquierda, a menudo mucho más dificil de identificar, el cual reduce la crítica social a la caza de los especuladores y de los corrompidos. El término « anticapitalismo truncado » se aplica plenamente a aquellos que continúan en identificar al capitalismo solamente con las « clases dominantes » (o con otros términos « dominantes »). Ellos son francamente despreciables cuando quieren también revalorizar a los verdugos de los movimientos sociales pasados y despotrican sobre las virtudes de Lenin y de Mao. Y cuando actualizan sus esquemas en la salsa « post-colonial » no son menos detestables.
Hasta nuestros días, todas las crisis han sido crisis causadas por la penetración progresiva de la relación-capital en la que había un espacio de desarrollo histórico interior como exterior. Es por esta razón que los movimientos sociales, principalmente de izquierda y que se apoyaban sobre la lucha de clases, a menudo han podido invertir positivamente cada nueva fase de acumulación. La izquierda incluso bajo la bandera « revolucionaria » como bajo aquella de las « liberaciones nacionales » ha devenido entonces, pese a ella, uno de los motores de la modernización capitalista misma.
Cuando ninguna relación positiva a una supuesta nueva fase de acumulación es posible, el carácter inmanente al sistema « anticapitalista truncado » que no era más que la otra cara de la relación-capital, se encuentra definitivamente revelada, y su carácter reaccionario deviene también más y más evidente : todas sus reivindicaciones son las formas idealizadas del pasado capitalista. Cuando la valorización del valor comienza a agotarse, deviene imposible el avance de las reivindicaciones, de llevar las luchas, ni de enunciar críticas desde el punto de vista del trabajo. Estas devienen a partir de ahora obsoletas dentro de este ciclo de lucha, en la hora donde la relación-capital toca su « límite interno absoluto». Este contexto donde la crisis del capitalismo entraña al mismo tiempo una crisis del anticapitalismo, es inmediatamente aquel de las luchas y análisis que, limitadas a recuperaciones edulcoradas de las simplificaciones subjetivistas y clasistas propias al marxismo tradicional, no están a la altura de la tarea crítica urgente y vital que se impone : una crítica radical de las formas de base de la vida social capitalista.
Al mismo tiempo, la crisis no es nunca la garantía de la revolución y, lejos de obligar a más y más gente a una crítica categorial de las formas sociales modernas, ella suscita asimismo un cortejo macabro de innombrables ideologías de crisis prisioneras de las categorías del modo de producción que se trata de combatir. Es necesario una crítica sin concesiones de las ideologías y del sujeto moderno que no hace más que auto-afirmarse al vacío bajo una forma histérico-irracional.
Hoy en día, la nueva cualidad de la crisis ligada a la de-substancialización del valor que compromete la acumulación real de la plusvalía, conduce a esa paradoja del momento presente : la crisis multidimensional del capitalismo paraliza la antigua crítica en lugar de movilizarla, y ella la paraliza no dejándole más que la posibilidad de sobrevivir de manera hors sol a partir de una mitologización o de una « nostalgia de izquierda » de una fase y de un « sujeto » ya terminado del capitalismo y de los antiguos ciclos de lucha. Además, ella nos trae visible la obsolecencia, también programada de su viejo anticapitalismo truncado en este momento en crisis y que no tiene el control de nada. Su degeneración en un simple « anti-neoliberalismo » políticamente transversal fusionado ahora a menudo, en las cabezas como en las calles, con ideologías de la crisis, tales como el populismo o el nacional-soberanismo.
En el mismo terreno, izquierda y derecha anti-neoliberales de un lado y neoliberales de izquierda como de derecha del otro, no hacen más que oponer de forma diferente y alternativamente un polo del capital(sector privado) a otro polo del capital cargado de su reproducción conjunta(del sector público).El anti-neoliberalismo en sí mismo no ha sido jamás ni por un segundo, una forma de anticapitalismo. Es conjuntamente el rostro de la izquierda del capital y una forma de oposición perpetuamente derrotada. Ha interiorizado las condiciones de existencia capitalistas y no puede (o no quiere) imaginarse otra cosa que vivir dentro de formas sociales mutilantes del trabajo, del valor, del dinero, de la mercancía, de la relación asimétrica entre géneros, de la política de la nación y del Estado. Es, a la izquierda, el primer obstáculo a la posibilidad misma de una revolución, el principal motivo ideológico del anticapitalismo truncado contemporáneo que reina en los cráneos.
Una de las tareas mayores de la crítica social es de contribuir en ir más allá de lo que es el día de hoy la izquierda, para ahí establecer una nueva polarización separando claramente un aire realmente anticapitalista y el aire altercapitalista de la izquierda del capital. Es decir, superar la falsa alternativa entre una izquierda altercapitalista de oposición movimentalista anti-neoliberal y la izquierda gubernamental que definitivamente se ha esfumado en este momento, para ahí realizar una nueva fractura con el fin de darle un lugar neto a las verdaderas posibilidades emancipatorias.
Diferentes aspectos serán profundizados en esta revista, guardando siempre la base crítica de los « cuatro caballos del apocalipsis » moderno : el valor, la mercancía, el trabajo y el dinero. Hay que adherir también al Estado. Se trata de estudiar el progreso del derrumbe de la sociedad del valor en sus manifestaciones empíricas -económicas sociales y otras. Así, es necesario introducir las formas contemporáneas del aplazamiento de la crisis por la producción de capital ficticio y sus nuevas burbujas especulativas. Es la ocasión de meter a prueba una crítica de la economía política por el siglo veintiuno. Es también necesario presentar una tabla actualizada de la transformación en la estructura de los grupos sociales dentro de las sociedades capitalistas contemporáneas, lo que nos conduce a confrontarnos a numerosos debates relativos a los cambios en la oposición entre el capital y el trabajo, vinculado al final de la formación de una identidad obrera, sobre las nuevas « luchas sin clases » pero también sobre el proceso general de desclasamiento cuando más y más personas caen fuera de las categorías funcionales en esta sociedad no-clasista creciente de « desechos humanos »(Zygmunt Baumann).
Se tratará también de analizar el etnocentrismo, el antisemitismo, el racismo, los fundamentalismos religiosos(que llamamos el religionismo) y la opresión de las mujeres, que no podrá hacerse sin una dura confrontación con el post-modernismo. Es necesario aquí operar la crítica de todas las formas de exclusión social que sean abierta, indirectas o subyacentes. Porque los individuos comprometidos en las formas de sujeto, de trabajo y de la mercancía (por tanto forman parte de las clases medias en particular) no pueden sin embargo funcionar como tales. Ellos están tendencialmente inclinados a defender con uñas y dientes a la forma-sujeto moderna, es decir, su piel y su lugar en el seno de las relaciones sociales. Lo hacen golpeando al ejército de ‘innecesarios’ no-calificados, sobre los empleados de bajo salario que les « roban » lo poco de trabajo que resta, sobre el migrante, el « asistido », el inválido o el extranjero, el judío el gitano, las mujeres, etc.
Nos centraremos en la subsunción formal y real del individuo bajo la forma-sujeto-moderno, al triunfo de este y a la observación de sus resultados destructores y autodestructores dentro de las formas contemporáneas de la subjetividad mercantil en la época de la descomposición del capitalismo -narcisismo, resentimiento y odio, frenesí, pulsión de muerte y violencia autotélica…lo que implica un diálogo con el psicoanálisis.
Nos proponemos igualmente hacer tomar conciencia el vinculo existente entre los efectos destructores de la producción capitalista de la riqueza material y la forma de las relaciones sociales, principalmente poniendo en evidencia la relación del capitalismo con esta otra gran forma de fetichismo que es la tecnología, y por tanto la «mega-máquina ». Ello conduce a una confrontación con el pensamiento ecológico y sus límites, en relación principalmente con el debate contemporáneo sobre el « antropoceno » y el « capitaloceno ». Abordaremos la cuestión de la relación del capital con los cuerpos, la colonización de los cuerpos por la mercancía, las ideologías del cuerpo, el cuerpo viviente del animal dentro del ganado y la alimentación ; nuestra reflexión nos conducirá así a una crítica de la incorporación del fetichismo dentro de lo viviente.
Examinaremos los méritos y los límites de otras formas de pensamiento crítico, y de la historia del pensamiento y la filosofía en general ; la historia del capitalismo, su nacimiento, sus diferentes etapas, el rol del dinero particularmente; la inclusión -o no- del fetichismo de la mercancía en la historia de los fetichismos a secas, lo que ha conducido a un dialogo con la antropología cultural y la historia de las ideas. Pues bien es una teoría revolucionaria que se trata de reconstruir hasta sus fundaciones profundizando en la superación del proceso inmanente de las contradicciones en el seno del sistema capitalista-patriarcal.
Mientras que nuestra revista se encamina hacia la imprenta, más de un millón de jóvenes se han manifestado en el mundo entero para protestar contra la ausencia de toda medida eficaz para evitar la catástrofe climática. En Francia, los manifestantes a menudo se mezclan con los « gilets jaunes ». Debemos reservar al próximo número un comentario más detallado de estos nuevos movimientos sociales ; pero parecería ya altamente probable que la tentativa de poner frenos de urgencia para impedir un desastre final que haría inútil todo otro discurso será el punto de convergencia de todas las impugnaciones al orden establecido.
Jaggernaut no es una publicación « abierta », sino una revista que tiene escogido su campo. Sin embargo, ello no impide en modo alguno que ella pueda albergar contribuciones que contengan críticas inteligentes dirigidas a sus posturas.
De una metáfora a la otra.
Por qué el nombre Jaggernaut ? Está en el origen el nombre del carro procesional de la diosa hindú Vichnou « El culto de Jaggernaut, escribe Marx, comprendía un ritual muy pomposo y le daba lugar a un desencadenamiento del fanatismo que se manifestaba por medio de suicidios y de mutilaciones voluntarias. Los días de las grandes fiestas religiosas, los fieles se tiraban bajo las ruedas del carro portando la estatua de Vichnou-Jaggernaut » . Una metáfora que Marx va a emplear en repetidas ocasiones incluyendo El Capital para apuntar a la dimensión sacrificial del capitalismo «Ellos olvidan que en lugar del hombre solamente, son el día de hoy el jefe de la familia, su mujer, y pueden ser 3 a 4 hijos que son tirados bajo las ruedas del Jaggernaut capitalista ».
Sin duda, la frase de Marx sienta la época donde el padre era el «jefe de familia» y también esta procesión con el Jaggernaut podría ser, al menos en parte, una proyección de los occidentales o un desprecio. Al igual que los exploradores del siglo XVI que creían descubrir en los nuevos mundos, los lugares reales de las figuras de sus mitologías y las encarnaciones de sus propios miedos, la figura occidental del Jaggernaut es la idea de una barbarie como fantasma moderno, como proyección de alguna cosa de la sociedad moderna, enseñándonos más sobre ella misma que sobre la sociedad antigua. Ello no afecta a la potencia de la metáfora. Después de todo, cuando hablamos de la « Torre de Babel » poco nos importa saber sobre lo que pasó verdaderamente en Mesopotamia hace 5000 años…
Esta metáfora significa para la crítica de la economía política, el paso de un paradigma focalizado en la explotación al paradigma del fetichismo. Ella implica principalmente la ruptura con la metáfora problemática del vampiro utilizada desde el siglo diecinueve para describir al capitalismo, designando el día de hoy la finanza vampirezca de la « economía real ». El vampiro, representa el dinero y los poseedores del dinero (los capitalistas), tienen que venir a chupar, en tanto que exterioridad, el trabajo viviente considerado como el concreto naturalizado que sucesivamente es identificado al trabajo, a las fuerzas productivas, a la industria, al valor, a la comunidad de sangre o cultural(la nación). Esta metáfora, característica del anticapitalismo truncado, no tiene por objeto más que insistir sobre la inocencia de la víctima y el lado extra-natural del verdugo. Ella centra su representación truncada del capitalismo sobre las clases sociales, una categoría en realidad derivada de la relación fetiche, pero que son confundidas en el marxismo tradicional y el anticapitalismo truncado por sujetos carentes de a priori. Se subsume entonces, el conjunto de las categorías reproductivas del capital bajo la razón última de una subjetividad sociológica vampirizante la riqueza abstracta capitalista (el valor) y su producción (el trabajo, la industria). Esta metáfora es todavía inmediatamente ambigua, porque ella puede ser aplicada a cualquier contenido. Ella puede, por ejemplo servir para designar las naciones blancas que vampirizan a las naciones negras o los inmigrantes que vampirizan a la sociedad de acogida. Teóricamente se focaliza en la idea de que el capitalismo no sería más que un simple sistema de distribución de una riqueza social en el cual las condiciones de producción no son interrogadas. En nombre del polo naturalizado (trabajo, « economía real », nación, etc.) que produce esta riqueza las relaciones desiguales de distribución devienen el objeto exclusivo de una crítica social rápidamente degradada, en una crítica moral, basada en la denunciación de la « avidez » de algunos. Ella omite lo más importante y da un lugar esencial a las reivindicaciones que se limitan a la esfera del consumo y a los problemas de la justicia distributiva o del reconocimiento.
Inversamente, el Jaggernaut simboliza al « sujeto autómata »(Marx) del valor que aplasta todo a su paso, una metáfora de la « inversión real » de la vida social, que constituye el corazón de las tinieblas de la vida bajo el capitalismo. Es la metáfora de un modo de constitución de la alienación moderna, donde toda la actividad social toma realmente la forma de su contrario, el valor, y se contamina de este modo de una verdadera « falsedad ontológica ». En esta inversión, una cosa sensible, el cuerpo de una mercancía -el valor de uso-, representa una cosa sobrenatural, « suprasensible », puramente social : el valor ; el lado concreto del trabajo efectuado deviene « la forma fenomenal de su contrario, del trabajo humano abstracto »(Marx, El Capital, I,p67) ; la dimensión individual de la actividad es la forma fenomenal del trabajo social, y deviene indiferenciada e intercambiable. Jaggernaut, es este « mundo invertido » en el cual las relaciones cosificadas constituyen el proceso de la valorización, controlan(bajo forma de mercancía, de dinero y de capital) a los individuos y se visten frente a ellos como divinidades bárbaras que exigen nuevos sacrificios humanos. Jaggernaut es esta delirante estructuración alienada de las relaciones sociales donde la lógica objetivada de la mercancía, de la moneda y del capital constituyen para los individuos una forma de dominación moderna específica, impersonal y abstracta (una « dominación sin sujeto » dice Kurz). que clava profundamente los dientes afilados de sus órdenes fetichistas dentro de sus carnes. Jaggernaut es ese reino de una metafísica real donde « es el proceso de producción que controla a los hombres y no a la inversa »(Marx, El Capital, I,p93). Una realidad social invertida donde el verdadero sujeto dentro de la producción capitalista no está constituido ni por las « clases dominantes » ni por el proletariado, sino por el valor mismo, que reduce a los actores humanos a ser sus propios verdugos.
Tales fanáticos que tiraban el carro procesional de Vichnou que debían aplastarlos cuelmente bajo sus ruedas, los individuos bajo el capitalismo son subsumidos bajo las relaciones económicas que constituyen., por no ser más que las personificaciones transitorias bajo la forma de diferentes « máscaras de caracteres » que no son más que el otro nombre de sus vidas mutiladas. Los individuos en tanto que sus « agentes », sus « guardianes », sus « oficiales y sub-oficiales », sus « funcionarios » y sus « fanáticos » dice Marx, tiran el « Jaggernaut capitalista » a medida que el los aplasta. « Ellos no lo saben pero lo hacen ». Es una relación entre los individuos, es un vínculo social alienado, una manera que tenemos de relacionarnos a los otros sin saberlo. Debemos reconocer esta verdad : esta relación somos nosotros. « Y nosotros nos quedaremos así mientras no seamos otra cosa, mientras no hayamos creado las instituciones estableciendo una verdadera comunidad humana y una verdadera sociedad humana »(Gustav Landauer). Jaggernaut es esa relación social fetichista que hay que derribar, y que destruiremos entrando en otras relaciones sociales.
Presentación del número
Jaggernaut propondrá un número anual que contiene un dossier temático y una rúbrica « Focus » donde se podrá leer artículos y entrevistas tomando puntos de vista diferentes en cada ocasión.
Un « espectro » acecha la política contemporánea después de la crisis mundial del 2008 : el espectro del populismo global como secuencia ideológica del capitalismo de la crisis. No obstante, este término de populismo se mantiene particularmente impreciso y confuso y cuando se encuentra reivindicado, el campo transversal del populismo, que conocía una versión de izquierda y una de derecha (cuando en determinadas circunstancias, estas últimas no se fusionaban) sigue siendo un medio antagónico donde el pueblo se disputa. Por ello, lo que es necesario tomar como « populismo productivo » denuncia los males del capitalismo sin jamás producir un análisis de sus causas estructurales reemplazándolas por la denunciación de complots organizados por minorías rapaces : la oposición entre « los de abajo » y « los de arriba » se convierte en la primera figura de la comprensión de los males del capitalismo y el principal motivo de oposición. Este primer número comprende un dossier de cuatro textos relativos a determinadas dimensiones centrales de este nuevo ciclo de luchas sociales y de subjetivación de los sufrimientos sociales arrastrados bajo las líneas del « populismo productivo ». Más aún, la relación entre el populismo productivo y el anticapitalismo truncado está siendo todo el tiempo interrogada y criticada. Ya que el anticapitalismo truncado, que identifica el capitalismo con la dominación ejercida por una pequeña parte de la población – los propietarios de los medios de producción- sobre una mayoría de trabajadores que no pertenecen más que exteriormente y bajo obligación a este sistema, no percibe que el capitalismo es una relación social al cual todo el mundo participa, aun cuando ello sea con roles y retribuciones muy diferentes. Esos artículos han sido reunidos y publicados antes de la aparición en Francia de los « Gilets Jaunes ». No requieren un análisis detallado de este movimiento que sería imposible aglutinar en una tendencia unitaria y homogénea. Si este movimiento designa los sufrimientos radicales que llaman a una transformación radical, algunas de sus traducciones pueden ser considerados a través de los análisis críticos de un « populismo productivo » propuestos en ese dossier, y volveremos sobre este movimiento social más específicamente en el próximo número.
En Lucha sin clases. Por qué el proletariado no renace en el proceso capitalista de crisis, artículo aparecido en 2006 en la revista Krisis , Norbert Trenkle cuestiona la pertinencia del concepto de « lucha de clases » en el contexto de la sociedad mercantil postmoderna. Ello perseguía la desmitifación de la lucha de clases que comenzó con la publicación de « El fetiche de lucha de clases. Tesis sobre la desmitificación del marxismo » de Kurz y Lohoff de 1989, que critica la tendencia marxista tradicional en confundir el concepto empírico y derivado de « clase » con una categoría de base del capitalismo. La lucha de clases no sería más que un momento dentro del desarrollo del capitalismo global, que se añade dentro de la inmanencia del proceso de valorización sin superarlo en el sentido estricto. En 2006, Trenkle indica que la polarización social creciente parece autorizar el « retorno » del concepto de « lucha de clases » pero que esta apariencia debe ser desmitificada. Más que una vuelta a la « lucha de clases » asistimos en efecto a un proceso general de desclasamiento :
- Los individuos interiorizan la oposición entre gestión y producción, estando asignados a funciones de vigilancia y control.
- La exigencia de flexibilidad prohibiría cada vez más la identificación a una función determinada.
- Las jerarquías entre trabajadores se intensificarían
- En el proceso de crisis, una masa creciente de « superfluos » se desarrollaría.
Esas tendencias posmodernas hacen que sea siempre más ilusorio determinar una « clase de trabajadores » que sea « en sí » (determinada por las condiciones objetivas) o « por sí »(consciente de sí misma). Trenkle critica los marxistas tradicionales de hoy en día, que por intentar salvar el concepto de « clase de los trabajadores » producen pensamientos confusos : así, Frank Deppe, un marxista tradicional pasa sin transición de la noción de trabajador productivo(productor de plusvalía) a aquella de trabajador asalariado, para afirmar la existencia de una clase revolucionaria, susceptible de trascender la « fragmentación del prolerariado ». Según Trenkle, la lucha de clases puede jugar un rol determinante históricamente, cuando el proletariado obrero desarrolla prácticas y una conciencia colectiva de amplitud, particularmente luego de la fase ascendente del capitalismo industrial. No obstante, se trata también de desmitificar esta lucha de clases histórica, recordando que ella no constituye un cuestionamiento radical de las categorías de base del capitalismo. Asimismo, esta forma histórica derivada no puede estar aplicadas sobre la realidad social contemporánea. La luchas emancipatorias existen, según Trenkle(por ejemplo algunos movimientos autónomos de los Piqueteros) pero no se trata de pensarlos con el antiguo esquema de las luchas de clases.
Populistas y parásitos. Sobre la lógica de los populismos productivos es un artículo aparecido el 2015 en la recopilación dirigida por John Abromeit, Transformaciones del populismo en Europa y las Américas en las ediciones Bloomsbury Academic en Londres. El ensayo de este historiador americano cercano a los trabajos de Moishe Postone aborda las dimensiones « productivas » del discurso populista. El se concentra en particular sobre la manera en la que el « pueblo » ha sido definido como « productor » y ha sido opuesto al dinero y a las finanzas, consideradas como los enemigos « parásitos » legítimos. A continuación de un giro teórico que parte de definiciones del populismo explicado por la clase y la modernización para ir hacia perspectivas fundadas sobre el contenido discursivo del populismo, el busca desarrollar perspectivas críticas sobre esos tipos de populismo productivo. Explora primero los ejemplos de Gran Bretaña y de Alemania que ilustran bien el lugar de la moneda transnacional dentro de esos discursos. Loeffler sostiene que esta moneda a su vez, ayuda a precisar los tipos de perspectivas teóricas que serían necesarias para explicar por qué los populismos productivos han devenido históricamente significativos y convincentes. Para comenzar a desarrollar tal enfoque primero se vuelve hacia los recientes intercambios sobre el populismo entre Ernesto Laclau y Slavoj Žižek. Para Loeffler las intervenciones de Laclau han sido de una importancia fundamental para problematizar el reduccionismo materialista destacando los enfoques precedentes del populismo. Sin embargo, Loeffler, sostiene igualmente que este intercambio saca a la luz ciertos límites del análisis de Laclau, en particular en aquello que concierne al desarrollo de enfoques críticos del populismo y la puesta en evidencia de las condiciones históricas de emergencia de los discursos político-económicos populistas. Loeffler comienza entonces a esbozar un enfoque más adecuado de los discursos del populismo productivo. Él se apoya sobre una lectura de la crítica marxiana de la economía política que se desmarca del reduccionismo materialista, igualmente fundado sobre las clases del marxismo tradicional. Sostiene que la mejor forma de comprender la apariencia de verosimilitud histórica generalizada del discurso populista productivo sobre la finanza es de reestablecer su relación con formas de prácticas sociales históricamente determinadas que son constitutivas de la sociedad capitalista, y que tienen tendencia a aparecer de tal forma que ellas obscurecen la dinámica fundamental del capitalismo.
En Perros del pueblo y del capital. Tesis sobre los populismos productivos de construcción y de crisis en la dinámica capitalista. Clément Homs se esfuerza en mostrar que el pasaje, de esos últimos decenios de la lucha de clases a una lucha sin clases que toma prestado los rasgos del populismo transversal, toma a contra pie tanto el revival marxista tradicional ya desmonetarizado como el análisis demócrata burgués. El autor se centra entonces en mostrar que el populismo productivo constituido alrededor de la oposición binaria entre el pueblo identificado a los « productores »honrados y la élite descrita como « parasitaria »cuanto que improductiva, es no solamente un modo de subjetivación recurrente a lo largo de la historia del capitalismo, sino releva igualmente de una fuerza social real y específica a las formas de prácticas sociales y de subjetivación ligadas al modo de producción capitalista. Considerando el carácter inoperante de las comprensiones del populismo en términos simplemente sociológicos de análisis de clase, de crítica del « interclasismo » de demagogia o de « reivindicación del monopolio moral de la representación del pueblo » como en términos de contenidos discursivos en la salsa culturalista postmoderna, el autor muestra que ese género de productos ideológico se funda sobre el plan de la economía psíquica del individuo bajo el capitalismo, en la subsunción real de este último bajo la forma-sujeto moderno a través de su integración represiva mediatizada por la constitución de mega-sujetos colectivos(pueblo, nación, clases, ‘razas’) que acompañan la ascensión y por tanto la descomposición lenta de la civilización capitalista. Tomando en cuenta la subjetivación de una crítica fetichista hecha desde el punto de vista del trabajo que está siempre fundado en la manera que se da a ver fenomenalmente la esencia del capitalismo, se trata desde entonces de producir, sin el concepto la lógica objetiva de esta nueva subjetivación populista transversal en el seno de la vasta historia de la constitución de este sujeto moderno, ahora en crisis, como en la emergencia subyacente desde la crisis del 2008 de un anticapitalismo truncado transversal. Una teoría crítica del populismo productivo fundada en los niveles de reflexión de la crítica a la forma-sujeto moderno desarrollada desde el comienzo de los años 2000 por la crítica del valor-disociación, podría desarrollar una teoría de las funciones y de las determinaciones cambiantes de este super-héroe colectivo que es el « pueblo » entre de un lado, el nacimiento de las primeras formaciones sociales capitalistas y el rol afirmativo-apologético que juega ese principio pseudo-concreto dentro de la constitución inicial del sujeto individual moderno como de la esfera político-estatal bajo el capitalismo, y del otro lado, tener en cuenta en la fase de descomposición del capitalismo, de la dimensión fundamentalmente dinámica y sin embargo auto-destructiva de esta misma subsunción real del individuo bajo la forma-sujeto.
Nuestro mega-sujeto viene ahora a remplazar las otras funciones constituyendo el fundamento de una ideología de la crisis, reafirmando de manera histérico-irracional el sujeto moderno girando actualmente al vacío. En razón de esos roles cambiantes, el autor definirá dos tipos de agregación del populismo. El primero, un populismo productivo de construcción, a menudo vuelto contra el Antiguo régimen en la fase de ascenso del capitalismo, donde el pueblo es a la vez el resultado homogeneizado bajo el principio de abstracción, de la disolución-reagenciamiento de las relaciones sociales no-modernas y el presupuesto de aquellos que quieren afirmar y hacer venir la nueva sociedad capitalista. El segundo un populismo productivo de crisis donde la sociedad civil burguesa, es decir, el pueblo de los « productores » y el Estado de los « productores » vendrán en la fase de descomposición del capitalismo a automovilizarse por una última salvación, para que esta vez de cara al contexto global de crisis en el cual el pueblo y Estado de los « productores » quieren finalmente afirmarse mejor. La oposición contemporánea entre los « populistas » transversales y los « antipopulistas » demócratas burgueses da cuenta finalmente de esta forma de enfrentamiento interno a la sociedad capitalista puesto que es la expresión de esos dos roles jugados por idénticos motivos ideológicos, uno haciendo referencia a la construcción del capitalismo durante su fase ascendente mientras que el otro constituye una ideología de crisis de las sociedades capitalistas durante su fase de descomposición. A título de ello, el autor tomará la dicotomía contemporánea de los populistas y los antipopulistas como una oposición intracapitalista entre las diferentes razas de perros del pueblo y del capital.
En Populismo económico. Neo-nacionalismo y soberanismo de crisis en la era del agotamiento del capital ficticio, William Loveluck describe las formas de interpretación de la economía y sus dinámicas relacionadas con lo que él califica como « populismo económico ». Sus interpretaciones que toman formas distintas al seno del espectro político, reposando en categorías interpretativas similares, avanzando la idea que ciertas categorías de individuos(principalmente la oligarquía financiera y/o la tecnocracia nacional y/o europea) favorizan la orientación de riquezas y de las dinámicas del tejido económico en su favor y acaparan la orientación política del Estado en su beneficio,en desmedro de los individuos más modestos, tomados como creadores de un « valor » más legítimo y « creativo » incluso en detrimento del tejido económico « productivo » que combina trabajadores y capitalistas, percibidos como creadores del valor « concreto » frente a las finanzas. Luego de tener caracterizadas las especificidades de la vida económica capitalista y precisado cómo la reproducción del Estado moderno y de la esfera pública es consubstancial a la economía y depende de su buen avance, el autor describe las órdenes económicas que se le imponen al Estado y a la clase política a la hora en la que ésta economía misma es dependiente de la expansión exponencial de títulos financieros (en período de crisis estructural del mismo capitalismo). Los neo-nacionalismos y los «soberanismos de crisis » son así ideologías que presuponen la continuidad de la vida capitalista sin saber que el Estado se rencuentra en su hora actual bajo el yugo de nuevas restricciones, y debe tomar la forma y disposiciones adecuadas a esta nueva configuración de un capitalismo estructuralmente financiarizado y estructuralmente internacional. El autor invita a comprender por qué las mismas preguntas y respuestas, con escasas diferencias, son formuladas de la extrema izquierda a la extrema derecha dentro del campo de los análisis económicos y a comprender cómo el populismo productivo transversal se arma de manera subyacente en una forma de conciencia reificada y fetichizada recorriendo todos los sujetos, todo el espectro político y todas las clases. La mayoría de los análisis, de izquierda como de derecha, no entienden las especificidades del Estado moderno y su consubstancialidad a la economía, pero entienden de forma no-adecuada lo que ellas califican de « capitalismo financiero ». Esos análisis no permiten explicar por qué el Estado favoriza estructuralmente la expansión de los mercados financieros y vende los componentes del Estado social, y finalmente, ellas no comprenden las causas de la crisis del 2008 ni las refundiciones del capitalismo que han seguido. La forma de conciencia fetichizada produce una forma de anticapitalismo transversal (un anticapitalismo truncado, incluso regresivo y peligroso) viniendo a «armar» una afirmación de lo « concreto » bajo la forma de « pueblo productivo » frente a los « villanos de la oligarquía financiera ». El autor apoyándose en parte sobre las tesis de Ernst Lohoff y de Norbert Trenkle concernientes a la financiarización de la economía, le da una mirada crítica y una contrahistoira del capitalismo de estos últimos decenios, a contrapelo de la visión común que va de la extrema izquierda a la extrema derecha, antes de mostrar cómo las interpretaciones truncadas de esta dinámica del capitalismo, a menudo comprendida como una desposesión de los más pobres por parte de los más ricos sin poner en duda al capitalismo mismo, vienen a alimentar diversos populismos económicos que toman la forma del soberanismo monetario, de euroescepticismo, y ello, a veces en articulación con discursos políticos particularmente regresivos, antisemitas o racistas, principalmente.
El patriarcado productor de mercancías. Tesis sobre « capitalismo y relación de género » es un artículo aparecido en 2009 dentro de la recopilación Las reglas del juego de la violencia en las ediciones Transcript en Bielefeld. Roswitha Scholz vuelve a exponer la teoría crítica del valor-disociación que ha sido al mismo tiempo una ampliación como una puesta en cuestión fundamental de la Wertkritik « tradicional ». Esta última había tenido tendencia a disociar ella misma una parte de la realidad social que no era comprensible con los útiles de la sola reformulación de la crítica marxiana de la economía política. Roswitha Scholz rechaza también las visiones feministas deconstructivas hablando de la idea de una « producción cultural de la masculinidad y de la femineidad » ante toda distribución sexuada de las actividades, que el enfoque marxista tradicional el cual parte de la idea que las significaciones culturales secundarias se injertarán sobre una previa división sexuada del trabajo. « Al contrario, los factores materiales, culturales-simbólicos y socio-psicológicos deben ser posicionados sobre un mismo plano de pertinencia » y se pueden comprender de forma dialéctica. El trabajo abstracto y las actividades domésticas se condicionan mutuamente y uno no puede reducido por el otro. La teoría del valor-disociación se defiende de proceder según la lógica de la identidad que tiene tendencia de subsumir todo bajo un solo principio. Que ello se trate de las diferentes esferas, formas de dominación, pero también de regiones y culturas de la sociedad capitalista mundializada, es siempre necesario de darles su lugar a las diferencias sin absolutizarlas a su vez. Asimismo, ella examina también los trabajos críticos en los que ella se reivindica como parte : de un lado la teoría crítica(sobretodo Adorno) y la crítica del valor. Una nueva crítica radical debe contener también un meta-concepto de la modernidad así como tomar en cuenta los cambios fundamentales venidos desde los años 90(desde la caída del muro).
En Un concepto difícil. El fetichismo en Marx, Anselm Jappe presenta uno de los conceptos más dificiles de comprender en Marx. Un concepto que se encuentra al centro de la crítica marxiana de la economía política y que paradojalmente ha sido incomprendido durante un largo tiempo por parte de la tradición marxista. Luego de haber dado la palabra a Marx mismo, gracias a diversas citas, el autor vuelve sobre diversas cosas tales como la relación del joven Marx de la « alienación » al Marx maduro centrado en el « fetichismo » o sobre la relación del capítulo 1 del primer volumen del Capital en el capítulo « La fórmula trinitaria » en el tercer volumen, mostrando que esos dos desarrollos mayores sobre el fetichismo corresponden uno a la esencia y otro a la forma fenomenal. El autor elaborará en una segunda parte, una historia del concepto fetichismo a través de las lecturas diversas y divergentes que se le han dado. Las primeras generaciones de marxistas no le atribuyen casi ninguna importancia. A partir de los años 1920, György Lukács e Isaak Rubin comienzan a retomarlo. El autor muestra cómo el fetichismo es interpretado por Karl Korsch, Evgeny Pašukanis, Theodor Adorno, Walter Benjamin, Roman Rosdolsky, Freddy Perlman, Moishe Postone, Krisis, Exit ! y Robert Kurz pasando por Guy Debord Lucio Colletti, Hans-Jürgen Krahl, Hans-Georg Backhaus o Michael Heinrich. Insiste sobre la eclosión tardía del concepto. El autor muestra así que después de la Segunda guerra mundial, el concepto de « alienación » deviene central dentro del debate marxista, y algunos autores afirman una continuidad de este concepto del Joven Marx y el fetichismo evocado en sus obras tardías. . Pero el fetichismo es desde entonces casi siempre concebido como una « mistificación » como un « velo » que se extiende sobre la realidad de la explotación capitalista. El autor muestra en seguida que no es hasta a partir de los años 1970 que se desarrolla una interpretación que vincula el fetichismo a los conceptos de valor y trabajo abstracto. Ella lo considera como una inversión real de la vida social y no como un simple fenómeno de conciencia, y le atribuye por tanto un rol central en el « uso » que se le puede hacer hoy en día a Marx. En una tercera parte, el autor insiste sobre las extensiones, a veces problemáticas del concepto, incluso fuera del campo marxista, que se refieren en general y a menudo de manera más bien asociativa, al imaginario atado a los bienes de consumo : es el fetichismo como adoración de las mercancías. Otro enfoque se propone analizar la continuidad eventual entre el fetichismo de la mercancía y las formas más antiguas-religiosas- de fetichismo, pero arriesga perder la vista sobre la especificidad del fetichismo moderno.
Bajo el título Teoría y práctica. Crítica de la visión truncada de la práctica y de la teoría, juntamos la traducción de tres secciones extraídas de un artículo mayor de Robert Kurz, Gris es el árbol dorado de la vida y verde la teoría . El problema de la práxis como tema recurrente de la crítica social truncada y la historia de la izquierda publicada en Exit ! el 2007. Kurz hace ahí critica de una interpretación largamente extendida de la undécima tesis sobre Feuerbach en la cual Marx formula que « los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo de diferentes maneras, lo que importa es de transformarlo ». Muestra que ésta « transformación del mundo » no tiene nada que ver con una relación teórica-práctica tomada en un sentido superficialmente « activista » sino que más bien con una concepción radicalmente transformada de la reflexión teórica misma. Kurz prolongando de manera determinante las reflexiones de Marx llevándolas más allá de una deficiencia de la tesis sobre Feuerbach, funda la distinción entre el carácter interpretativo de toda teoría burguesa y la teoría crítica, considerando la cuestión desde el punto de vista de la crítica del valor-disociación. Con el fin de poner en relieve la diferencia determinante entre crítica y afirmación, el autor reconsidera desde entonces de pies a cabeza la dialéctica inmanente de la relación teoría/práctica en la misma sociedad capitalista. Kurz aborda ahí numerosas cuestiones como el problema de la definición y de la formación de la ideología y de los modelos de interpretación en el seno de la forma de pensamiento preestablecida, de relación entre crítica categorial y crítica ideológica, así como la comprensión de una práctica calificada como de « segundo orden » que pueda ir más allá de la « contra-práctica » inmanente que no hace más que reproducir el orden existente.
En Apoteosis del universalismo. El islamismo como fundamentalismo de la forma social moderna Karl-Heinz Lewed(grupo Krisis) muestra que en aquel comienzo del siglo XXI, la confrontación de los islamismos con sus adversarios occidentales declarados, no pone cara a cara dos culturas por esencia extranjeras, como lo piensan los adeptos del choque de civilizaciones como aquellos de los estudios post-coloniales, sino más bien dos formas de asimilación de la mundialización capitalista en crisis, dos formas de comprender y de rehacer que reposan ambas en una misma base constituida por un lado por la forma moderna de las relaciones sociales, implicando la producción de mercancías, trabajo abstracto, derecho, etc, y del otro lado por la forma-sujeto correspondiente. Esta inflexión refleja la erosión de las bases del Estado nacional, que no está en la medida de arbitrar todos los intereses privados y de velar al funcionamiento general de la máquina de la economía. El despegue de la esfera trascendente revela no solamente el carácter metafísico de la forma de la ley, sino también la crisis fundamental de esta forma.
En el artículo Nietzsche en cuestión. Por qué Nietzsche no es soluble en una crítica emancipatoria de la modernidad de Benoit Bohy-Bunel, se trata de cuestionar la crítica nietzscheana del « nihilismo », de la abstracción y de las « nivelaciones » que serían inducidas por la modernidad. Resulta que la crítica nietzscheana no existe sin recordar algunas perspectivas propias de un anticapitalismo truncado específico, y así al antisemitismo estructural que Postone ha definido en sus investigaciones. Igualmente, una determinada revalorización nietzscheana de una « cualidad » esencializada que habría sido « perdida » (oponiéndose a la abstracción de la modernidad), puede inducir ciertas derivas patriarcales bajo la pluma del autor alemán. A través de la crítica de esos elementos regresivos presentes en el pensamiento nietzscheano, se trata igualmente de cuestionar las reapropiaciones post o antimodernas contemporáneas de este pensamiento.
El artículo El nuevo tiempo del mundo de Paulo Arantes de Fred Lyra es una reseña del último libro aparecido el 2014 en Brasil de este filósofo brasilero desconocido dentro del espacio francófono y que, a menudo dialoga tanto con la crítica del valor como con la « Escuela de Frankfurt ». En esta obra, Arantes intenta hacer un diagnóstico de nuestra época teniendo en cuenta el colapso del sistema capitalista y la ausencia de perspectivas positivas. Una época que puede ser concebida según sus palabras como un « tiempo de excepción »vivido como un « colapso administrado ». Esta constatación se acompaña de un programa de investigación teórica radical que piensa tomar en cuenta al mismo tiempo, la perspectiva brasilera la cual le pertenece, a saber, de una ex-colonia en descomposición y la totalidad negativa del sistema capitalista. Paulo Arantes quien es uno de los pensadores más originales y riguroso de nuestra época nos propone una reflexión que se dirige a todos los públicos y al público francófono en particular que quiera tomar en serio la necesaria actualización crítica a fin de hacer frente a los tiempos sombríos que se anuncian.
Traducción del francés por Emilio Guzman
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